domingo, 10 de mayo de 2009

EL BLOG DEL INQUISIDOR


E esta foi a proposta de Fredes.





'El blog del Inquisidor', de Lorenzo Silva por Paolo Fava


Cada vez hay más autores dispuestos a explorar cómo las nuevas tecnologías modifican nuestra concepción de la ficción, y por ende de la literatura. Pero esta novela no trata de tecnologia sino de comunicación. Theresa, una joven historiadora escocesa especializada en la inquisición española y con una turbulenta vida sentimental a sus espaldas, descubre navegando una noche una extraña bitácora literaria, ‘El blog del Inquisidor’.
Su autor está novelando un suceso histórico, un proceso por exorcismo herejía ocurrido en Toledo a comienzos del siglo XVII, desde la perspectiva del clérigo que lo llevó a cabo. Pero no es una recreación al uso, porque el escritor parece identificarse con su personaje al punto de tratarlo como un yo escindido y simultáneo a pesar de la distancia. El conflicto entre juicio y culpa, así como el carisma del personaje, incitan la curiosidad de Theresa, más aún al descubrir que ha abandonado su narración a los tres capítulos. Decide por lo tanto tenderle un anzuelo digital y contactar con él para indagar en el secreto que le atormenta.
Despejemos los equívocos desde el principio. Lorenzo Silva no ha hecho aquí una novela histórica (llega a burlarse de ellas al principio) aunque sí hay historia en bruto: un capítulo entero es una transcripción de un testimonio original del siglo XVII, no apto para impacientes. Tampoco es una de intriga pese a su mucho misterio: la inquisición y el auto de fe no pasan de pretexto. A lo que vamos a asistir es a un desarrollo principalmente conversacional, con apariencia de chat, en el que los protagonistas llevan a cabo su duelo de ingenio y seducción.
No sé hasta qué punto pretendía Silva basarse en la realidad de los blogs e internet para dar forma a su novela. Ciertamente hay una apariencia de ‘blog de papel’, con cada capítulo fechado como si fuera una nueva entrada y alusiones a los comentarios de los lectores, o más precisamente a la falta de ellos. Pero sí que existe una conexión lógica entre el libro y las nuevas tecnologías en tanto que está construido a base de retazos.
Tenemos el testimonio de la primera bloguera, Theresa, que habla del segundo bloguero, el Inquisidor y su novela digital, intercalado de fragmentos de documentos y conversaciones de messenger copiadas y pegadas. Silva recurre incluso a la maniobra cervantina del narrador apócrifo, un tercer bloguero que estaría traduciendo el blog de Theresa al castellano para nosotros, por la que la sensación de hipertexto es total.
Insisto: todo cuanto atiene a la trama es secundario. De la personalidad y las motivaciones de Theresa llegaremos a saber mucho; del Inquisidor y su secreto, muy poco. Es una figura que se esconde tras ficciones y símbolos. Lo que interesa a Silva es construir su relación mediada por la técnica y mostrar cómo entre ellos se establece esta extraña intimidad moderna que se da entre desconocidos separados sólo por el palmo de una pantalla.
Cómo se identifican, representan y descifran mutuamente. Es, como he dicho, un juego de seducción asimétrica que recuerda a La flaqueza del bolchevique, un reto en el cada uno intenta desarmar y conquistar al otro al tiempo que se establece un vínculo humano entre ellos más profundo de lo que su deseo inicial les hace sospechar.
El blog del Inquisidor es un experimento de literatura intimista para el homo cibernéticus. Es una lectura interesante, aunque se autolimita por la decisión del autor de guardarse algunos datos clave y ofrecer otros en crudo, como el ya mencionado testimonio en español del siglo XVII. Aunque el lenguaje de Silva es excelente, no rinde igual al tratar los monólogos interiores del novelesco Inquisidor, de lejos lo mejor, que al reflejar las angustias de Theresa, que rozan en ocasiones el melodrama. Quizás el desconocido hubiera merecido una adversaria igual de lista pero con algo más de empaque.

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